domingo, 27 de septiembre de 2009

Oración por las Vocaciones.


Oh Jesús, Pastor eterno de las almas, dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada, Señor, necesitamos mayor numero de Sacerdotes, multiplica las vocaciones y santifica más y más a nuestros Sacerdotes. Te lo pedimos por tu dulce y santa Madre.Oh Jesús danos sacerdotes santos según tu Corazón.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Carta de Hilda Guzmán González.


Hace algunos días, la comunidad de la que soy parte, la Iglesia Católica Tradicionalista en México, pasaba momentos difíciles y hasta amargos: por un lado, el universal problema de la economía, por el otro, el descubrimiento de que algunos que llegaron a nuestra comunidad lo hicieron sin buenas intenciones, y al marcharse se fueron tratando de hacer el mayor mal posible, entre otras cosas.
Creo que todos hemos pasado momentos en que el mundo parece caérsenos encima, y en los que parece nos quedamos solos, como lo expresaba en uno de sus poemas Octavio Paz...”todo está oscuro y sin salida...”, sin embargo, por la gracia de Dios somos capaces de dejar que la Luz haga lo propio e ilumine esa “oscuridad” en la que creemos estar. Para muchas personas, en cuyas vidas no hay esperanza ni fe, los acontecimientos difíciles, y aún los de la vida cotidiana, son una carga muy pesada que no tiene sentido alguno ser llevada. La pobreza, la falta de comodidades, los problemas familiares, todo es insoportable, y en verdad lo es: Sin Dios, nada tiene sentido. Con Dios, todo tiene un porqué.
Tengo una admiración tremenda por aquellos que a pesar de las dificultades que día a día pasan, son capaces de dar gracias a Dios por ello, y de no ver las penurias de la vida como una “maldición”, como “mala suerte”, sino que en sus corazones creen que Dios es siempre fiel, y que si permite tales o cuales cosas es para un bien mayor, aunque de momento no entendamos.
La vida siempre nos ofrecerá alegrías y tristezas, y pasaremos momentos que no quisiéramos, pero ánimo: Dios pagará al ciento por uno la fidelidad de que somos capaces, Que Dios nos permita consolarnos y tener una latente esperanza en las palabras de este hermoso salmo:
“...los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares,
Al ir, iban llorando, sembrando la semilla;
Al volver, vuelven cantando,
Trayendo sus gavillas.”
Hilda Guzmán González.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Primer aniversario de la Consagración de Monseñor ++Victor.







Ordenación del Padre Juan Ramón Gonzalez Barajas.
























































¡¡Muchas gracias!!


“Que nadie se engañe, si alguien se aparta del Altar de Dios, se priva del Pan de Dios...solamente es valida la eucaristía que es Celebrada por el Obispo o por cualquiera que tenga de el su autorización...” San Ignacio de Antioquia.

Hermanos y hermanas en Cristo:

¡Paz en Cristo nuestro Sumo y Eterno Sacerdote!

Les agradezco a todos mis hermanos Veteros y a mis amigos que me escribieron o que me llamaron por teléfono y que estuvieron haciendo oración por mi primer aniversario de Consagración Episcopal.

Dios les pagara con creces sus atenciones, su amor para conmigo y sus buenos deseos.

Sigamos trabajando duro por nuestra amada Iglesia Vetero.

Su hermano y amigo:

Monseñor ++Victor Hugo García Cortés
Arzobispo Primado de la Iglesia
Católica Tradicionalista en México.

sábado, 19 de septiembre de 2009

¡¡Muchas felicidades Monseñor ++Victor!!


Hermanos y hermanas en Cristo:

La Iglesia Católica Tradicionalista en México felicita a Monseñor ++Victor Hugo García Cortés en su primer aniversario de su Consagración Episcopal.
¡¡Muchas felicitaciones!! ¡¡Gracias por ser nuestro Pastor, Padre espiritual y Amigo!!
Como regalo ofrecemos nuestras oraciones por nuestro Arzobispo y refrenamos nuestro amor y obediencia a su persona.

¡¡Dios lo colme de gracias y de bendiciones y le conceda muchos años de vida!!

Atte.
Clero y laicos de la Iglesia Católica Tradicionalista en México.

jueves, 17 de septiembre de 2009

El Santo Sacrificio de la Misa...



SIGNIFICADO DE LA SANTA MISA
Llegó el día de la fiesta de los panes sin levadura, en que se debía sacrificar el cordero de Pascua.Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan diciéndoles: “Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de Pascua".( Lucas 22, 7-8)Al atardecer de aquel día, llego Jesús con los doce (Marcos 14, 17). Se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo:”yo tenia gran deseo de comer esta pascua con ustedes antes de padecer” (Lucas 22, 14). Después tomó pan, lo bendijo y dando gracias, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomen, esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes para el perdón de sus pecados, haced esto en memoria mía” (Lucas 22, 19-20). Tomó luego una copa y después de dar gracias, se la entregó a sus discípulos diciendo: “Esto es mi sangre, sangre de la nueva Alianza, que será derramada por una muchedumbre para la remisión de los pecados” (Marcos 14, 23-24 y Mateo 26, 28).
Cristo, Sumo Sacerdote ofrece a sus apóstoles un cuerpo que será entregado (sacrificado) y una sangre que será derramada. Durante la Ultima Cena, Nuestro Señor Jesucristo ofrece su cuerpo y su sangre a los apóstoles; al día siguiente se ofrece en Alma y en Divinidad al Padre Celestial en el Calvario para cumplir así su voluntad y abrirnos las puertas del Cielo. En este contexto, se formó el puente de Dios con los hombres que a través de los hijos predilectos de la Santísima Virgen Maria, los Sacerdotes, se transmite la Gracia Divina a través de la Consagración del pan y del vino convertido por sus manos consagradas en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Bendito Señor Jesucristo.
La Santa Misa es el Alma de nuestra Iglesia Católica, instituida por Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena, antes de padecer su dolorosa Pasión. La Misa guarda una íntima relación con la última Cena, porque ésta fue la primera Misa celebrada por Cristo, las que siguen después son el cumplimiento de las palabras que entonces pronunció: "Haced esto en memoria mía" y desde entonces, en cada Celebración Eucarística (Misa) Jesús se da a nosotros como el Pan de Vida bajado del cielo y por Fe, creemos en las palabras de Jesús plasmadas en el evangelio de San Juan que dijo: “En Verdad les digo, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su Sangre, no viven de verdad. El que come de mi carne y bebe de mi Sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitare en el último día". (Juan 6, 53-54). ¡Que llamado tan hermoso!, ¡que profundidad de su pedido, asistir a la Santa Misa y comer de su Cuerpo y de su Sangre!

El nombre. El sacrificio eucarístico ha recibido diversos nombres en el transcurso de los siglos. Y así
a) EN LA SAGRADA ESCRITURA se la designa con los nombres de «fracción del pan» (Hch 2,42; 1 Cor. 10, 16) y «cena del Señor» (I Cor. 11,20)
b) ENTRE LOS GRIEGOS se emplearon las expresiones “celebración del misterio”; “culto latréutico”; “operación de lo sagrado”; “colecta o reunión”, etc. El nombre más frecuente y común después del siglo IV es el de “liturgia”, “sacro ministerio”, derivado de “ministrar”.
c) ENTRE LOS LATINOS recibió los nombres de «colecta» o «congrega­ción» del pueblo; «acción», por antonomasia; «sacrificio», «oblación», etc. Pero a partir del siglo IV el nombre más frecuente y común es el de misa.
La palabra misa proviene del verbo latino mittere, que significa enviar. Es una forma derivada y vulgar de la palabra misión, del mismo modo que las expresiones, corrientes en la Edad Media, de «colecta, confesa, accesa se toman por «colección, confesión, accesión».
La expresión misa la derivan algunos de las preces dirigidas o enviadas a Dios (a precibus missis); otros, de la dimisión o despedida de los catecúmenos, que no podían asistir a la celebración del misterio eucarístico, sino sólo a la introducción preparatoria (hasta el credo). Según parece, al principio designaba únicamente la ceremonia de despedir a los catecúmenos; después significó las ceremonias e instrucciones que la precedían (misa de catecúmenos); más tarde, la celebración del misterio eucarístico (misa de los fieles), que venía a continuación de la de los catecúmenos; finalmente se designó con la palabra misa toda la celebración del sacrificio eucarístico, desde el principio hasta el fin. Este es el sentido que tiene en la actualidad.
96. 2. La realidad. Puede darse una triple definición de la misa: metafísica, física y descriptiva. La primera sé limita a señalar el género y la diferencia específica; la segunda expresa, además, la materia y la forma del sacrificio del altar; la tercera describe con detalle el santo sacrificio.
a) Definición metafísica: es el sacrificio que renueva el mismo de la cruz en su ser objetivo.
En esta definición, la palabra sacrificio expresa el género; y el resto de la fórmula, la diferencia específica.
b) Definición física: es el sacrificio inmolativo del cuerpo de Cristo realizado en la cruz y renovado en su ser objetivo bajo las especies sacramentales de pan y vino.
En esta definición, la materia es el cuerpo de Cristo presente bajo las especies sacramentales; la forma es el sacrificio inmolativo realizado en la cruz en cuanto renovado en su ser objetivo. En esta misma forma puede distinguirse la razón genérica (sacrificio) y la razón específica (inmolado en la cruz y renovado en el altar).
c) Definición descriptiva: es el sacrificio incruento de la Nueva Ley que conmemora y renueva el del Calvario, en el cual se ofrece a Dios, en mística inmolación, el cuerpo y la sangre de Cristo bajo las especies sacramentales de pan _y vino, realizado por el mismo Cristo, a través de su legítimo ministro, para reconocer el supremo dominio de Dios y aplicarnos los méritos del sacri­ficio de la cruz.
En sus lugares correspondientes iremos examinando cada uno de los elementos de esta definición
97. 3. Errores. En torno al sacrificio de la misa se han re­gistrado en el transcurso de los siglos muchos errores y herejías. He aquí los principales a) Los petrobrusianos, valdenses, cátaros y albigenses (siglos XII y XIII) negaron por diversos motivos que en la santa misa se ofrezca a Dios un verdadero y propio sacrificio.
b) Los falsos reformadores (Wicleff, Lutero, Calvino, Melanchton, etcétera) niegan también el carácter sacrificial de la santa misa.
c) Muchos racionalistas modernos y la mayor parte de las sectas pro­testantes hacen eco a estos viejos errores y herejías.
98. 4. Doctrina católica. Vamos a precisarla en dos con­clusiones
Conclusión I.ª En la santa misa se ofrece a Dios un verdadero y propio sacrificio. (De fe divina, expresamente definida.)
He aquí las pruebas:
1º. LA SAGRADA ESCRITURA. El sacrificio del altar fue anunciado o prefigurado en el Antiguo Testamento y tuvo su realización en el Nuevo. Recogemos algunos textos
a) El sacrificio de Melquisedec: «Y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abrahán, di­ciendo...» (Gen. I4, I8-19).
Ahora bien: según se nos dice en la misma Escritura, Cristo es sacer­dote eterno según el orden de Melquisedec (Ps. 109,4; Hebr. 5,5 - 9). Luego debe ofrecer un sacrificio eterno a base de pan y vino, como el del antiguo profeta. He ahí la santa misa, prefigurada en el sacrificio de Melquisedec.
b) El vaticinio de Malaquías: «No tengo en vosotros complacencia al­guna, dice Yavé Sebaot; no me son gratas las ofrendas de vuestras manos. Porque desde la salida del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura, pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yavé Se­baot» (Mal. I, 10-11).
Estas palabras, según la interpretación de los Santos Padres y de la mo­derna exégesis bíblica, se refieren al tiempo mesiánico, anuncian el verda­dero sacrificio postmesiánico y responden de lleno y en absoluto al santo sacrificio de la misa.
c) La institución de la eucaristía. Cristo alude claramente al carácter sacrificial de la eucaristía cuando dice
«Esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros. Haced esto en me­moria mía... Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc. 22,19-20).
2º. Los SANTOS PADRES. La tradición cristiana interpretó siempre en este sentido los datos de la Escritura que acabamos de citar. Son innume­rables los testimonios.
3º. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Lo enseñó repetidamente en todas las épocas de la historia.
4º. LA RAZÓN TEOLÓGICA ofrece varios argumentos de conveniencia. He aquí algunos.
a) No hay religión alguna sin sacrificio, que es de derecho natural (1)
Ahora bien: la religión más perfecta del mundo como única revelada por Dios-es la cristiana. Luego tiene que tener su sacrificio verdadero y propio, que no es otro que la santa misa.
b) La santa misa reúne en grado eminente todas las condiciones que requiere el sacrificio. Luego lo es. Más adelante veremos cómo se cumplen, efectivamente, en la santa misa todas las condiciones del sacrificio.
c) El Nuevo Testamento es mucho más perfecto que el Antiguo. Ahora bien: en la Antigua Ley se ofrecían a Dios verdaderos sacrificios -entre los que destaca el del cordero pascual, figura emocionante de la inmolación de Cristo (cf I Cor. 5,7)-; luego la Nueva Ley ha de tener también su sacrificio propio, que no puede ser otro qué la renovación del sacrificio del Calvario, o sea, la santa misa.
Conclusión 2.ª El sacrificio de la cruz y el sacrificio del altar son uno solo e idéntico sacrificio, sin más diferencia que el modo de ofrecerse: cruento en la cruz e incruento en el altar. (Doctrina católica.)
Consta por los siguientes lugares teológicos:
1º. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Lo enseña
«Idéntico, pues, es el sacerdote, Jesucristo, cuya sagrada persona está representada por su ministro...
Igualmente idéntica es la víctima; es decir, el mismo divino Redentor, según su humana naturaleza y en la realidad de su cuerpo y de su sangre. Es diferente, sin embargo, el modo como Cristo es ofrecido. Pues en la cruz se ofreció a sí mismo y sus dolores a Dios, y la inmolación de la víctima fue llevada a cabo por medio de su muerte cruenta, sufrida volun­tariamente. Sobre el altar, en cambio, a causa del estado glorioso de su hu­mana naturaleza, la muerte no tiene ya dominio sobre El (Rom. 6,9) y, por tanto, no es posible la efusión de sangre. Mas la divina sabiduría ha encontrado un medio admirable de hacer patente con signos exteriores, que son símbolos de muerte, el sacrificio de nuestro Redentor» (2).
2º. Los SANTOS PADRES. Lo repiten unánimemente. Por vía de ejemplo, he aquí un texto muy expresivo de San Juan Crisóstomo:
« ¿Acaso no ofrecemos todos los días?... Ofrecemos siempre el mismo (sacrificio); no ahora una oveja y mañana otra, sino siempre la misma. Por esta razón es uno el sacrificio; ¿acaso por el hecho de ofrecerse en muchos lugares son muchos Cristos? De ninguna manera, sino un solo Cristo en todas partes; aquí íntegro y allí también, un solo cuerpo. Luego así como ofrecido en muchos lugares es un solo cuerpo y no muchos cuerpos, así también es un solo sacrificio» (3).
3º. LA RAZÓN TEOLÓGICA. He aquí cómo se expresa Santo Tomás: «Este sacramento se llama sacrificio por representar la pasión de Cristo, y hostia en cuanto que contiene al mismo Cristo, que es «hostia de suavidad», en frase del Apóstol» (III, 73, 4 ad 3).
«Como la celebración de este sacramento es imagen representativa de la pasión de Cristo, el altar es representación de la cruz, en la que Cristo se inmoló en propia figura» (83,2 ad 2).
«No ofrecemos nosotros otra oblación distinta de la que Cristo ofrecié por nosotros, es a saber, su sangre preciosa. Por lo que no es otra oblación, sino conmemoración de aquella hostia que Cristo ofreció» (In ep. ad Hebr. 10, I).
Recogiendo todos estos elementos, escribe con acierto un teólogo contemporáneo
«Este sacrificio eucarístico es idéntico el de la cruz, no solamente porque es idéntico el principal oferente, Cristo, y la hostia ofrecida, Cristo paciente, sino, además, porque es una misma la oblación u ofrecimiento de Cristo en la cruz, sacramentalmente renovada en el altar. Esta oblación constituye el ele­mento formal de todo sacrificio. Sin esta unidad de oblación no se da ver­dadera unidad e identidad del sacrificio de la cruz y del altar» (4).
No hay, pues-como quieren algunos teólogos-, diferencia específica entre el sacrificio de la cruz y el del altar, sino sólo diferencia numérica; a no ser que la diferencia específica se coloque únicamente en el modo de ofrecerlo, porque es evidente que el modo cruento y el incruento son espe­cíficamente distintos entre sí. Pero esta diferencia puramente modal no esta­blece diferenciación alguna en el sacrificio en sí mismo, que es específicamente idéntico en el Calvario y en el altar.
Corolarios.
1º. El sacrificio de la cena fue también en sí mismo verdadero y propio sacrificio, aunque por orden al sacrificio de la cruz que había de realizarse al día siguiente. La razón es porque hubo en él todos los elementos esenciales del sacrificio: sacerdote oferente, víctima e inmola­ción mística o sacramental, significada por la separación de las dos especies.
2°. Luego el sacrificio de la cena, el de la cruz y el del altar son específicamente idénticos, aunque haya entre ellos un conjunto de diferencias accidentales, que en nada comprometen aquella identidad específica esen­cial. El de la cena anunció el de la cruz, cuyos méritos nos aplica el del altar.
3°. El sacrificio del altar recoge, elevándolas al infinito, las tres formas de sacrificio que se ofrecían a Dios en el Antiguo Testamento:
a) el holocausto, porque la mística oblación de la Víctima divina significa el recono­cimiento de nuestra servidumbre ante Dios mucho más perfectamente que la total combustión del animal que inmolaban los sacerdotes de la Antigua Ley;
b) la hostia pacífica, porque el sacrificio eucarístico es incruento y carece, por lo mismo, del horror de la sangre; y del sacrificio por el pecado, porque representa la muerte expiatoria de Cristo y nos la aplica a nosotros. Un tesoro, en fin, de valor rigurosamente infinito.
¡¡¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!!!
Monseñor ++Victor Hugo García Cortés
Arzobispo Primado de la Iglesia
Católica Tradicionalista en México.