sábado, 31 de enero de 2009

Deificación.


Deificación o THEOSIS

Nuestra Iglesia, en su significado religioso como en su connotación secular, ha preservado fielmente, no solo la Doctrina Antigua (Vetero), la Catolicidad y la Conciencia de la fe Cristiana original, sino que también el 'Ethos", lo fundamental de la enseñanza de Cristo, esto es: La Etica del amor.

La Iglesia Católica Tradicionalista en México (=ICTM) se presenta como solución optimista frente a las ideologías y Credos conflictivos en este siglo. Occidente sufre una serie de dilemas tales como la oposición entre la naturaleza y la gracia, las obras y la fe, Sagradas Escrituras y tradición, Clérigos y Laicos, etc... Nuestra Iglesia no tiene tales dilemas y confusiones. Ella enfatiza una revelación natural en armonía con la gracia revelada, la fe y las buenas obras.

Por otra parte, en contraste con el pesimismo y la falsa ansiedad, muy extendida en algunas regiones, la Diócesis Vetero de México muestra su optimismo por su concepción en la dignidad del hombre, por su doctrina de la deidificación de la naturaleza humana bajo Dios, por su creencia del amor de Dios a la humanidad, y del amor del hombre hacia el hombre. El Evangelio de nuestra Iglesia es de Resurrección, de triunfo y de victoria. En la Iglesia de los Primeros siglos como en la actualidad en la ICTM el hombre no esta solo.

El sistema de la enseñanza Cristiana se basa en Dios como un ser supremo de vida y existencia, en el hombre como la imagen y semejanza de Dios, obra maestra de su creación y en Cristo, que unió lo divino con lo humano.

La doctrina Cristiana es guía y orientación para el hombre, mostrándole el verdadero camino.

El Cristianismo es un sistema espiritual de vida, pero ello no implica la negación del cuerpo o el descuido de las necesidades materiales. Más bien se trata de colocar cada elemento en su debido lugar. Los progresos materiales deben ser encausados adecuadamente a fin de que por ellos se consigan buenos logros y no conduzcan a la violencia, ni a su ruina ni a su miseria espiritual, sino más bien al progreso del género humano, a una san y pacifica convivencia; y al Reino de Dios. La Eternidad es el fundamento de los valores que la vida humana requiere para existir. El ser humano debe pues, reanimar dentro de si los valores eternos, para lo cual es necesario tener fe en ellos y por sobre todo en Dios. Una verdad viva y axiomática es que el Cristianismo es un sistema supremo de principios únicos a través de los tiempos y que se construyen sobre la roca firme de la fe, es también un poder o fuerza que emana de la fe y toma la doctrina en vida (Hch. 18:27-28; 2Cor.3:2).

Frente a los fracasos de poderosos, fuerte y sabios de este mundo, el Cristianismo por medio del débil, del simple y del humilde muestra el poder de la fe, que es la única verdadera respuesta a la amenaza del poder de destrucción, la única verdadera respuesta a la amenaza del poder de destrucción, la única verdadera áncora de esperanza, a pesar de las dificultades presentes y que nos auguran un nuevo y mejor día.

La concepción del hombre como un ente psicosómatico, hecha de polvo y divinidad: "Algo menos que los Angeles" (Sal.8) y al mismo tiempo "Es como las bestias que perecen" (Sal.49).

Pese a sus rebeliones, el hombre se restaura a través de Dios y de aquel que tomó la naturaleza humana: Jesucristo. Este personifica la gracia y el amor a la humanidad (Tit.3).

El sacrificio de Cristo fue la suprema expresión de amor de Dios al hombre, y por amor, todos los hombres son llamados a la Resurrección de Cristo.

El hombre no es simplemente un animal, luchando constantemente por la supervivencia o un producto de un proceso evolucionario. El espíritu del hombre, su libre voluntad, su habilidad para pensar racionalmente y su capacidad creativa, indican claramente que el hombre es único, diferente y superior al resto de las criaturas. El es llamado a la "Theosis", la deificación, pero preservando su individualidad. Dios ama al hombre y busca en retorno, el amor de este hacia su semejante.

Cuando los Veteros se reúnen para celebrar la Eucaristía se unen no solo con Cristo resucitado, sino entre ellos mismos.

La gran predicación de la Iglesia Vetero es el "amor" (1Jn.40:20; Rom. 13:8, Jn.3:16). Por eso la Iglesia Vetero ruega a los enemigos de la humanidad que se evite la lucha entre los hombres, a fin de no destruir "La obra maestra" del Creador, puesto que nuestra Iglesia conoce y ha experimentado las persecuciones, las brutalidades del hombre, y las terribles consecuencias a que conduce el odio.

La unidad y solidaridad entre los hombres, supone la aplicación de las palabras del Apóstol San Pedro: "Amémonos unos a otros desde el corazón... Habiendo purificado nuestras almas por nuestra obediencia a la verdad... Por el verbo de Dios que vive y permanece para siempre" (Cfr. 1:22-23). El distinguido característico de los Cristianos es su unión en el naturalmente "Amor por el hombre" no significa amor por sus malas (falsas) creencias (=herejías), muchas veces vemos en el Nuevo Testamento que Jesucristo él mismo y los Santos Apóstoles condenaron las herejías, las falsas enseñanzas y la persistencia en ellas: "Jerusalén, tu matas a los profetas y apedreas a los que Dios envía Cuantas veces quise contar a tus hijos como la gallina recoge a sus pollitos bajo las alas, y tú no lo has querido!, por eso se quedaran ustedes con su casa vacía" (Mateo 23:37-38, Lucas 13:34-35).

"Pero aunque viniéramos nosotros o viniera algún Ángel del Cielo para anunciarles el Evangelio de otra manera que lo hemos anunciado. Sea maldito!. (Gálatas 1:8).

"Si alguien fomenta herejías en la Iglesia le llamaras la atención una primera y una segunda vez; después rompe con él, sabiendo que es un descarriado y culpable que se condena así mismo". (Tito 3:10-11). Y también lo vemos entre otros pasajes en 2 Pedro 2:17-21, en Judas 12-13, en 2 Juan 9-11, en 3 Juan 3-4.

Caracteriza a nuestra amada Iglesia Vetero una profunda espiritualidad sacramental, portadora del Espíritu Santo; una decidida confianza en el Señor; una firme lealtad a los Apóstoles y Padres de la Iglesia; una moral fuertemente enraizada en la Biblia y en los dogmas (en los Verdaderos, es decir, en los de los primeros siglos), una liturgia de gran significado Teológico, rica en expresividad dogmática; una liturgia que, además de la solemnidad, tiene la particularidad de llegar íntimamente al corazón de todos; desde el más humilde hasta el más culto. Una participación y experiencia de la santificación de los feligreses, la experiencia y el conocimiento de Dios por ellos, la deificación de los feligreses y el Reino de los Cielos por ellos.

La Deificación nace en la Iglesia, ya que en ella actúa el Espíritu Santo, a través de sus Sacramentos y de una profunda relación con Dios, ya que estamos llamados a vivir la Deificación. 2 Pe 1,4, ya que en palabras de san Juan Crisóstomo: es en la Iglesia donde moran los Ángeles y arcángeles, junto a la realidad divina…”

La Deificación no es panteísmo, el ser humano conservara su identidad y su esencia, lo mismo que el Creador supremo. Pero entre más vivamos la realidad de lo sagrado experimentaremos una verdadera transformación, mediante la cual nos iremos pareciendo más y más a nuestro salvador 1Jn 3,2. Entre más nos amemos, entre más oremos y adoremos al Señor, entre más recibamos su bendito Cuerpo y su bendita Sangre (junto a todos los demás tesoros que la Iglesia tiene para nosotros), más nos iremos transformando en imágenes más fidedignas del Señor.

Dios los bendiga.

+Monseñor Victor Hugo García Cortés

Arzobispo Vetero de México.

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